En Pere em diu que llegeixi el bloc de José Andrés Torres Mora que, segons algú li ha explicat, és un dels redactors dels discursos de Rodríguez Zapatero. No sé si deu ser o no veritat, això. De totes maneres he cercat el seu bloc i m’he trobat amb un article publicat el passat 15 de novembre. Francament interessant. Diu entre altres coses:
Resulta paradójico y previsible. El PP, tan combativo contra los nacionalismos, es un partido nacionalista. Toda su historia es coherente con esa ideología: su oposición al Título VIII de la Constitución, a la España de las Autonomías; la apropiación que hacen sus seguidores de los símbolos nacionales; la tendencia de sus líderes a monopolizar la interpretación y la defensa de los intereses últimos del Estado; o esa extraña confianza de amo con la que pactan y acuerdan con los nacionalistas periféricos las mismas cosas que denuncian como traición en los socialistas. Se han recordado estos días los pactos de Aznar con CiU y el PNV en la VI legislatura, y también las alabanzas de Arzallus y Pujol a la extraordinaria flexibilidad del PP.
La vocación de los partidos nacionalistas es ser partidos del Todo. Probablemente como una reacción a la propia incompletitud de su ideal nacional. La España del catalán, del vascuence, del gallego, no cabe en el proyecto nacionalista español que representa el PP. Quizá por eso la derecha española no ha conseguido ser una verdadera derecha nacional, la derecha política catalana y vasca son la prueba de su fracaso. El grito de Pujol enano habla castellano no es más que la expresión grosera de una frustración amarga. De igual modo que las exageraciones retóricas de algunos representantes del nacionalismo periférico, cuando dicen que las Cortes tienen que limitarse a aprobar, sin enmienda, sus Estatutos, no son más que la expresión de una frustración similar. La expresión del fracaso de ambos, de los nacionales y de los nacionalistas, en su objetivo de conseguir un Estado independiente y nacionalmente homogéneo.
Llegir això, que va publicar-se en un diari de Màlaga, no deixa de ser reconfortant.